Pues eso: las empresas dedicadas a la alimentación deben seguir un control de calidad que asegure que sus productos cumplen con una serie de requisitos legales. Sin embargo, últimamente parece que se están descuidando estos controles. ¿Por qué? Veamos tres ejemplos: un hombre de 24 años se encontró un condón en su whooper, una mujer encontró restos de un animal dentro de un bote de tomate frito, un hombre encontró una rata dentro de su lata de refresco. La gente se pregunta: ¿Qué les ocurre a las empresas? ¿A qué están jugando?
Aunque eso es lo que uno puede pensar en un principio, en realidad el control de calidad es un proceso complejo y generalmente caro. Una empresa que realiza pongamos por caso 100 fabricaciones al día, no las examina todas, sino una muestra representativa de todas las fabricaciones, y todo dependiendo del historial del producto fabricado. Es por ello que se dan estos casos, en los que a veces un lote de fabricación o parte del mismo se ve afectado por algún tipo de problema que disminuye o neutraliza la calidad del producto. Desde luego estamos hablando de casos aislados, y el consumidor puede estar tranquilo pues las empresas procuran asegurar que su producto tiene una cierta calidad, pues a fin de cuentas, si estos casos se dieran continuamente, la gente dejaría de comprar y perderían dinero hasta quebrar, por ello les interesa vender lo más caro posible un producto con la mayor calidad relativa posible y con el coste de fabricación más barato posible.
Así que, cuando usted vaya a la tienda y se pregunte si su bote de tomate le guarda alguna sorpresa, coja el bote tranquilo, porque la probabilidad de que le toque uno de los casos anteriores es tan baja como la de que le toque la lotería o le caiga un rayo encima.
Aunque eso es lo que uno puede pensar en un principio, en realidad el control de calidad es un proceso complejo y generalmente caro. Una empresa que realiza pongamos por caso 100 fabricaciones al día, no las examina todas, sino una muestra representativa de todas las fabricaciones, y todo dependiendo del historial del producto fabricado. Es por ello que se dan estos casos, en los que a veces un lote de fabricación o parte del mismo se ve afectado por algún tipo de problema que disminuye o neutraliza la calidad del producto. Desde luego estamos hablando de casos aislados, y el consumidor puede estar tranquilo pues las empresas procuran asegurar que su producto tiene una cierta calidad, pues a fin de cuentas, si estos casos se dieran continuamente, la gente dejaría de comprar y perderían dinero hasta quebrar, por ello les interesa vender lo más caro posible un producto con la mayor calidad relativa posible y con el coste de fabricación más barato posible.
Así que, cuando usted vaya a la tienda y se pregunte si su bote de tomate le guarda alguna sorpresa, coja el bote tranquilo, porque la probabilidad de que le toque uno de los casos anteriores es tan baja como la de que le toque la lotería o le caiga un rayo encima.
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