Hay algunas partes de las afirmaciones actuales de la homeopatía que son verdaderamente alucinantes ya que contradicen sus creencias. Por un lado, los homeópatas niegan que la enfermedad tenga como causa los gérmenes patógenos, pero por otro lado aseguran que las vacunas (creadas precisamente para crear en nuestro organismo los anticuerpos necesarios para luchar con éxito contra gérmenes patógenos como el virus de la viruela) son "como la homeopatía". No sólo es mentira, sino que es doloso y esquizofrénico. ¿Cómo es que las vacunas sirven para protegernos de algo que no existe?
Los homeópatas suelen no responder ante esto, pero llevan religiosamente a sus hijos a vacunar. (Cuando lo hacen, nos envían el sutil mensaje de que al menos parte de su cerebrito sabe perfectamente que lo suyo es un embuste.)
Los homeópatas dicen que todo es cuestión de que el cuerpo recupere el equilibrio de calor, frío, humedad y sequedad de los humores de la teoría de Praxágoras.
Pero estos señores suelen llevar gafas. Es más, llevan gafas en la misma proporción que el resto de la humanidad. ¿Por qué no se curan devolviéndose al equilibrio de los humores? ¿Será porque saben que su afección es un defecto anatómico para el que deben echar mano de los conocimientos de la ciencia?
Cuando tienen apendicitis (causada por una infección del apéndice a cargo de, lo adivinó usted, gérmenes patógenos, en este caso bacterias), los homeópatas no se toman cuatro chochitos ni se meten un supositorio de belladona (paréntesis: la belladona sirve para todo según los homeópatas, no hay uno que no la recete en abundancia). Se van a que los médicos (de verdad) los anestesien (con sustancias que no causan que se despierten, sino que causan que se duerman), los abran y les saquen el apéndice (con grandes protecciones contra infecciones, como es la higiene y la creación de campos estériles para la operación), les receten antibióticos para que su herida no se infecte (con los "inexistentes" gérmenes patógenos) y los manden a casa, listos a seguir embaucando a otros miembros de su misma especie con latinajos de similia similibus curantur y otras cosas que, en estos tiempos, tienen un parecido notable con los conjuros de Harry Potter.
Hay un desafío que solemos hacerle a los curanderos y médicos brujos que niegan la teoría de los gérmenes patógenos como causantes de enfermedades: ¿estarían dispuestos a dejarse inocular el virus de la rabia, convencidos de que no se morirán porque los virus no causan enfermedades? O, para no irnos a lo terriblemente mortal: ¿estarían dispuestos a dejarse inocular una buena infección intestinal?
La respuesta es, por supuesto, que no.
En mi pueblo decimos: "No hay borracho que coma lumbre".
Podéis leer el artículo completo de Mauricio-José Schwarz en esta entrada.
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