No hace mucho mantuve cierta conversación con una persona que pensaba que el llamado diseño inteligente (en adelante DI) era una "teoría científica alternativa". Nada más lejos de la realidad. Existe mucho desconocimiento e ignorancia acerca del DI, del creacionismo y la relación existente entre ambos. Voy a dedicar una serie de entradas a ir destripando cada postura religiosa, porque, al final, y como veréis, no son más que eso, creencias religiosas, y en ningún caso tienen base científica de algún tipo. En esta primera parte veremos los orígenes del creacionismo. En la siguiente parte nos enfrentaremos a los del DI. Después veremos algunos de los argumentos de ambas partes y las falacias a las que recurren con demasiada facilidad. Para terminar haré unas conclusiones generales y otras particulares.
El lector no encontrará en estas entradas pruebas de la existencia o no existencia de dios, ya que tal cosa no puede ser verificada experimentalmente. Quien quiera creer en dios, es libre de hacerlo y estas entradas no pretenden criticar tal creencia. Pero (siempre hay un pero) creer en dios no significa tener que creerse las patrañas que cuentan las religiones. Para creer en dios no hace falta ser religioso, todo lo contrario: una persona que cree en dios puede perfectamente prescindir por completo de la religión. Esto puede parecer una contradicción, pero no lo es y cuando se lee detenidamente el significado de las palabras, cualquiera puede darse cuenta de esto. Por ejemplo, ¿qué es la religión? El diccionario de la RAE la define así:
El lector no encontrará en estas entradas pruebas de la existencia o no existencia de dios, ya que tal cosa no puede ser verificada experimentalmente. Quien quiera creer en dios, es libre de hacerlo y estas entradas no pretenden criticar tal creencia. Pero (siempre hay un pero) creer en dios no significa tener que creerse las patrañas que cuentan las religiones. Para creer en dios no hace falta ser religioso, todo lo contrario: una persona que cree en dios puede perfectamente prescindir por completo de la religión. Esto puede parecer una contradicción, pero no lo es y cuando se lee detenidamente el significado de las palabras, cualquiera puede darse cuenta de esto. Por ejemplo, ¿qué es la religión? El diccionario de la RAE la define así:
religión.
1. f. Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto.
Como puede verse, no existe obligación alguna de profesar una religión para creer en dios. La religión podría definirse como el culto a un dios, el acto social, regido por normas impuestas por unos señores. Como ya sabrá el lector, millones de personas en el mundo creen en dios y sin embargo nunca se han acercado a una iglesia ni han seguido unos ritos ni normas concretas de una religión determinada. Quien cree o quiere creer en dios, no necesita de una religión, sino que le basta su propia fe o creencia. La religión, sin embargo, ha demostrado ser un excelente modelo de negocio, que capta a sus clientes desde que nacen hasta que mueren, y tiene un éxito demostrado cuyo mayor exponente son los más de 1.500 años de religión católica cuyos frutos disfrutan en el Vaticano a todo tren y con lujos por doquier. Y eso que, según la religión que predican, su dios era pobre y humilde...
El creacionismo
Hace unos 3.500 años, un hombre presuntamente llamado "Moisés" escribió, presuntamente, un relato llamado "Génesis", y digo presuntamente porque no existen registros históricos que corroboren siquiera la existencia del propio Moisés, y aunque hubiera existido, hay quienes afirman que Moisés no habría sabido ni leer ni escribir. Tal relato, el Génesis, narra cómo un dios crea el mundo (el nuestro claro), con su tierra, su cielo, sus mares, sus animalitos y, por supuesto, a nosotros, a su imagen y semejanza (y viendo algunos especímenes, como Hitler, Jack el Destripador, violadores, pedófilos... como que uno se pregunta sobre la imagen y semejanza con dios...). El Génesis es el primer libro de la Torá de los judíos, y del Antiguo Testamento de la biblia de los cristianos. Aunque otras religiones tienen sus propios relatos sobre la creación del mundo y los bichos que lo pueblan, nos centraremos en el caso particular del Génesis.
La Iglesia Católica considera el Génesis como una metáfora, y no lo interpreta de forma literal. Sin embargo, como pasa en todas las religiones, hay personas que creen y defienden ciegamente la interpretación literal del Génesis. Más adelante veremos algunas contradicciones dentro del propio texto del Génesis que deberían ser motivo suficiente como para, al menos, preguntarse si realmente este relato puede considerarse fiable y/o confiable, pero quienes creen ciegamente en la literalidad del relato ignoran o "pasan" de tales contradicciones, y es que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Así, estos señores que creen ciega y literalmente en el relato del Génesis, son llamados creacionistas (ya que lo que narra el relato es el acto de creación del mundo por parte de un dios), y la defensa de sus creencias recibe el nombre de creacionismo. No hay que olvidar que este movimiento no es más que un fundamentalismo religioso, y, como tal, tiene tanto peligro como cualquier otro fundamentalismo, o puede que más. Incluso la propia Iglesia Católica se ha desmarcado de este movimiento...
Y ¿qué tiene que ver el creacionismo con la ciencia? (Porque este blog va de ciencia, ¿no?). Pues resulta que los creacionistas niegan cualquier explicación científica sobre el origen del universo, la Tierra, o la vida; del mismo modo niegan la evolución biológica de las especies; y también niegan o rechazan las pruebas científicas que corroboran todo lo anterior. Dicho de otro modo: la teoría de la evolución es "sólo una teoría", las pruebas de datación geológica son mentira, las pruebas genéticas, una estafa; y los fósiles los ha puesto ahí el diablo para confundirnos, todo esto siempre según estos señores, que afirman sin demostrar nada (no les pregunte siquiera por el origen del agua del diluvio universal...), pues su única "prueba" es el Génesis, que no es, ni mucho menos, un texto científico. Realmente el Génesis no es más que un cuento, escrito por alguien, no se sabe quién, no se sabe cuándo, cómo, dónde ni por qué. Vamos, que bien podría ser un cuento para niños, un plagio de otro cuento, un divertimento de filósofos, o los desvaríos de un chiflado antes de ser ahorcado, crucificado o lo que procediera en aquella época. Aún así este relato es, para los creacionistas, "palabra de dios", escritura sagrada que debe ser creída literalmente sin concesión alguna para la duda bajo pena de infierno eterno. Es lo que comúnmente se denomina dogma: creer en algo sin prueba alguna de su veracidad.
En ciencia, sobre todo la experimental que es la que más conoce el ciudadano de a pie, no existen los dogmas. La razón de esto es muy sencilla: lo que hoy se considera válido en ciencia, mañana puede dejar de serlo. Estos cambios (que algunos vienen a llamar, en muchas ocasiones de forma errónea, cambios de paradigma) se producen porque los científicos basan sus conclusiones en los conjuntos de hechos y este es el punto principal que diferencia una ciencia de una religión. En ciencia uno observa los hechos y busca una explicación para los mismos. En religión la explicación ya se tiene (cosa de dios), por lo que se buscan aquellos hechos que la corroboran, negando la existencia de aquellos que la refutan.
Caso práctico de la influencia del creacionismo: el juicio Scopes
La sociedad en la que vivimos ha estado fuertemente influenciada por la religión, sobre todo la católica. Los estados rara vez son completamente laicos, y las enseñanzas, a veces, menos aún. Aquí en España la asignatura de religión ha sido obligatoria desde tiempos inmemoriales hasta hace dos o tres años (no recuerdo si fue en el 2005 o 2006), en que ha pasado a ser optativa, lo cual muestra muy a las claras lo poco laica que ha sido la enseñanza en nuestro país. Otros países no han ido mucho mejor. En EEUU, tras la publicación de el "Origen de las especies" de Darwin, se abrió un intenso debate acerca de si se debía estudiar el creacionismo en las clases de ciencias. Esto ocurrió porque en 1925 un profesor llamado John Thomas Scopes (foto de la derecha), que en aquella época tenía 24 años, explicaba en Dayton, un pueblecito de Tenessee, la teoría de la evolución de Darwin en sus clases de ciencias naturales, lo cual iba en contra de la ley de ese estado. Por increíble que parezca, la religión en el estado de Tenessee en aquel año tenía tanta influencia como para sancionar una ley específica (el acta Butler) por la cual se prohibía enseñar la teoría de la evolución. Vamos, que cualquier que dijera que el hombre era producto de la evolución de otros primates y animales "inferiores" en lugar de ser la creación de un dios estaba cometiendo un delito. El señor Scopes, como profesor de ciencias naturales, tuvo la desfachatez de explicar una teoría científica en su clase de ciencias, y como había quebrantado la ley, fue juzgado.
El juicio Scopes, o "juicio del mono" como lo vino a llamar la prensa de aquel estado, se prolongó durante 11 días de un muy caluroso mes de julio, desde el día 10 hasta el 21. En la acusación se presentaba William Jennings Bryan, de 65 años, un fundamentalista religioso tres veces candidato a la presidencia del gobierno y que no ejercía desde hacía 30 años como abogado, pero que vio en el caso una "contienda entre la evolución y la cristiandad". Para la defensa fue pedida en primera instancia la colaboración del famoso escritor H. G. Wells, pero la rechazó. Sin embargo, cuando se supo que Bryan iba a ser el fiscal, quien aceptó el caso fue Clarence Darrow, el más famoso abogado del país, tachado también como "el mayor ateo del país" por parte de Bryan. Darrow aceptó el caso para demostrar que Bryan era "un intolerante". En la foto, Clarence Darrow es el hombre de la izquierda, y William Jennings Bryan el de la derecha (durante el juicio hacía tanto calor que se permitió de forma especial que los hombres estuvieran en mangas de camisa).
A lo largo del juicio hubo numerosas muestras de lo arraigado que estaba un fundamentalismo como el creacionismo, tanto dentro como fuera de la sala. Fuera había carteles elaborados por los ciudadanos en los que ponían afirmaciones tan dulces como "Scopes, arderás en el infierno" o caricaturas de monos con la cara de Scopes. También hubo un grupo de unas 50 mujeres que se pasaron el juicio cantando canciones religiosas y otros que sostenían carteles que decían "Lea su Biblia todos los días". Dentro de la sala, por ejemplo, el juez inició el proceso con una oración, con la consecuente protesta, claro está, de Darrow. El discurso inicial de Bryan era concluído por un "amén" por parte del público a cada pausa que hacía el abogado, lo cual, de nuevo, provocó la protesta de Darrow cuyo resultado fue que el juez pidió silencio en la sala. Quizá la mayor demostración del partidismo y fundamentalismo del juez fue su rechazo a que testificaran los científicos que había citado Darrow para declarar. Como se encontró sin testigos, la única salida que le quedó fue jugar en el terreno de los fundamentalistas, para lo cual llamó como testigo al propio abogado de la acusación, ni más ni menos que a W. J. Bryan, al que se le consideraba toda una eminencia en cuestiones religiosas. Bryan aceptó y en el diálogo que siguió, Darrow tomó varios pasajes de la biblia para su análisis con Bryan. Puede leerse un extracto aquí. A grandes rasgos, Darrow preguntó a Bryan por la antigüedad de la Tierra, por la edad de fósiles y rocas, y por el acto de creación según el Génesis. Bryan tuvo que reconocer que la duración de un "día" del Génesis pudo haber durado incluso millones de años, a pesar de que según los cálculos de cierto obispo basándose en la Biblia la Tierra no tiene más de 6.000 años.
Concluyó el juicio después de ocho minutos de deliberación del jurado tras los cuales declararon culpable a Scopes de quebrantar la ley que prohíbe enseñar cualquier explicación sobre el origen del hombre distinta a la dada por el Génesis. Bryan murió 5 días después de que terminara el juicio Scopes, mientras dormía tras comer, a causa de la diabetes que padecía. Ciertamente, Scopes quebrantó la ley y por ello fue condenado a pagar 100 dólares de multa (la más baja para el delito cometido). Darrow apeló la sentencia porque esperaba que se declarara dicha ley inconstitucional (y ciertamente lo era). Dos años después Scopes fue condenado a pagar un dólar y el tribunal insinuó que no quería que se prolongara más el caso (la realidad era que la sentencia no había sido muy popular: condenar a un profesor por enseñar una teoría científica en una clase de ciencias era una decisión que podía quitarle votos a ciertos candidatos de cara a algunas elecciones...). La ley nunca más se volvió a aplicar. Darrow murió en 1938.
A quienes les interese profundizar en los detalles del juicio de una forma más visual, les recomiendo la película "Heredarás el viento" (Inherit the wind) de 1960, dirigida por Stanley Kramer y protagonizada por Gene Kelly, Spencer Tracy, Harry Morgan, Fredric March y Dick York. Esta película es probablemente la representación más fiel de la sociedad y el fundamentalismo de la época en EEUU. Hay otras versiones posteriores de la película, pero, y esta es mi opinión personal, Spencer Tracy y Fredric March (en la foto a la izquierda y derecha respectivamente) están insuperables en esta película.
Scopes siguió enseñando ciencia durante toda su vida hasta que murió en 1970, si bien dos años antes saltó de nuevo la polémica en el estado de Arkansas, a causa de que una profesora de biología llamada Susan Epperson que daba clase en el pueblo de Little Rock usó un libro de texto en el que se hablaba de la teoría de Darwin. Esto causó el enfado de sus superiores que decidieron despedirla. Epperson decidió denunciarles y, lógicamente, ganó el juicio.
El caso de el pueblo contra Epperson es una muestra más de cómo una ley hecha por creacionistas con intereses propios no es constitucional. El caso que fue llevado a la corte suprema de EEUU apenas duró un día. El juez examinó la ley aprobada en Arkansas según la cual no se podía enseñar la teoría de la evolución, y considerando la Constitución de su país llegó a la conclusión de que la ley de Arkansas, la de los creacionistas, era inconstitucional y por tanto debía ser derogada: "La ley de Arkansas no puede ser defendida como un acto de neutralidad religiosas. Arkansas no ha buscado eliminar del currículo de sus escuelas y universidades toda discusión sobre el origen del hombre. El objetivo de la ley es un intento de eliminar una teoría particular por su supuesto conflicto con el relato bíblico interpretado literalmente. Evidentemente, esta ley es contraria al mandato de la primera enmienda y viola la catorceava enmienda de la Constitución". Sin embargo, los intentos de los creacionistas no acaban aquí, y en 1999, el estado de Kansas, de nuevo movido por el fundamentalismo religioso, suprimió en las escuelas públicas cualquier mención al Big Bang, la teoría de la evolución e incluso a la edad de la Tierra... pero esa es otra historia que contaremos más adelante en otra entrada.
Si te ha gustado este artículo, no te pierdas las otras partes:
- Creacionismo y DI (Parte II).
- Creacionismo y DI (Parte III).
- Creacionismo y DI (Parte IV).
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