Muchos habréis oído el caso de las dos niñas valencianas que tras recibir la vacuna empezaron a sufrir convulsiones pasados escasos 10 minutos. Ante un caso así, Sanidad pone en marcha el típico dispositivo basado en el principio de precaución por el cual se bloquea el lote al que pertenecía la vacuna, se pasa un comunicado oficial en el que se insta a que la gente no utilice las vacunas del mismo (pero sigue vacunando con las del resto de lotes) y se analiza para ver qué ha pasado. Hagamos un pequeño repaso: el 4 y 6 de febrero las niñas se vacunan y a los diez minutos sufren convulsiones, fiebre y pérdida de la consciencia. Pasan los días y las niñas entran y salen de la UCI varias veces. Mientras tanto, en Cataluña se consigue inmovilizar la mitad del lote, pero varias de las vacunas ya han sido vendidas y administradas. No existen más casos de efectos adversos salvo el de las niñas.
Diez días después, Sanidad retoma la vacunación porque no existen riesgos derivados de la administración de la vacuna. Nos enteramos entonces que desde el 2006 se han distribuido y administrado más de 1.140.000 vacunas sólo en España. No hay casos en el resto del Europa. De más de un millón de vacunas, sólo dos casos de presuntos efectos adversos graves lo que supone un porcentaje de 0,000175%, o lo que es lo mismo, un caso por cada más de medio millón. También nos enteramos que existen 103 notificaciones de posibles efectos adversos, pero en absoluto tan graves como los que padecen las niñas (cuando nos administran vacunas es típico que se hinche la zona, esté dolorosa al tacto, febrícula, etc.). Siguen pasando los días, y las niñas tienen días mejores y días peores con entradas y salidas de la UCI. Es más que comprensible el miedo y la preocupación de la familia.
Sin embargo, ha cundido la alarma social. Veamos los hechos: 1.140.000 vacunas administradas y sólo dos presuntos casos de efectos adversos. No existen pruebas cientificas de que la culpa sea de la vacuna, pero los medios de comunicación hacen gala de la malaprensa con la que últimamente nos tienen acostumbrados. Sirva por ejemplo la siguiente frase extraída del 20minutos (aunque se pueden encontrar meteduras de pata sobre este mismo tema en otros periódicos):
Las familias de las dos niñas ingresadas en la UCI del Hospital Clínico de Valencia tras una reacción adversa a la vacuna contra al virus del papiloma humano han pedido ayuda a "toda la comunidad científica" para que aporten "cualquier información que pueda influir" en el tratamiento de las menores.
Sin haber pruebas, directamente culpan a la vacuna de la reacción. ¿Por qué? Porque por un lado los medios no suelen tener mucho criterio científico (sólo un par de periódicos se libran, y tampoco mucho) y por otro lado las familias han repetido por activa y por pasiva que la culpa de que las niñas estuvieran así era de la vacuna. ¿Pruebas? Exclusivamente circunstanciales. Medios de comunicación y familia haciendo de "científicos" y de "médicos" en lugar de dedicarse a lo que deben hacer: comunicar noticias objetivas los unos y preocuparse los otros.
Entiendo la preocupación de la familia, es perfectamente comprensible. Entiendo que en momentos así cunda la desesperación y ya se sabe eso de que situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Pero el fin no justifica los medios. Las familias de las niñas tienen derecho a pedir ayuda, pero no tienen autoridad alguna para juzgar un criterio científico o dar una opinión médica. Y digo esto por lo siguiente que podemos leer en esta noticia del 2 de marzo del 20minutos:
En el comunicado, señalan que el derecho a la intimidad de las familias "ha sido malinterpretado por quienes tienen la obligación de velar por la salud de los ciudadanos, y tal vez sea esa la razón por la que se han aprovechado para difundir una sarta de mentiras respecto a la salud" de las niñas.
Recuerdan que el 16 de febrero requirieron que se rectificara un comunicado de la Asociación Española de Pediatría en el que se justificaba el estado de las niñas con patologías previas, e indican que aunque el director general de Salud Pública se comprometió a entregar una rectificación escrita a las familias desmintiendo los hechos "a fecha de hoy no se ha realizado".
Las familias carecen de autoridad para requerir por su capricho que uno o varios médicos cambien su diagnóstico sin basarse en las pruebas pertinentes. En este caso, las familias actúan cegadas por sus creencias circunstanciales, pero no por los hechos. Aún más triste es lo siguiente:
Según las familias, la consideración de que la vacuna Gardasil ha provocado en las niñas un "efecto adverso" y que lo que ha ocurrido es algo "atípico", "no es fruto de la ignorancia o del desconocimiento sino una manera poco digna de manipular la información para ocultar a la opinión pública la gravedad y la magnitud de los hechos".
A su juicio, la relación entre la vacunación y la aparición del mismo cuadro clínico en ambas niñas "es tan evidente que la negación de la misma solo se puede entender si existen otros intereses difícilmente justificables", y agregan que, "por prudencia", debería "haberse detenido la vacunación con Gardasil".
Ya no sólo que exigen que los médicos cambien su diagnóstico basándose exclusivamente en la creencia de las familias, sino que encima se atreven a hablar de una conspiración según la cual los médicos (o quien sea) se dedican a ocultar la "magnitud y gravedad" de los hechos, dando a entender poco más o menos que las vacunas están matando a sus hijas cuando no hay pruebas de ello. Después incluso se permiten el lujo de decidir si se debe seguir vacunando a la gente o no... ver para creer. Pero no acaba aquí el asunto. El día 18 de marzo leemos lo siguiente:
Por un lado, Carla, de 15 años, ingresó de nuevo este martes en el Hospital Clínico de Valencia tras ser dada de alta el día anterior . Su madre, Mariana, "está preocupada y ya ha expresado por escrito (ha presentado una reclamación ante Atención al Paciente) que no era bueno que a la niña le diesen el alta. El tiempo le ha dado la razón", comenta Herrera. Y es que la pequeña "tenía fiebre" cuando se dio el visto bueno para que volviera a casa. Y tampoco ha gustado mucho las explicaciones que ha dado la Conselleria de Sanidad: "Han dicho que la niña ingresó por una crisis de ansiedad pero la madre asegura que Carla tenía un cuadro similar a los sufridos anteriormente, con convulsiones y con pérdida de consciencia". Ahora, tras pasar la noche en observación, ha pasado a planta hospitalaria.
De nuevo la familia se obceca y hace de "médico" poniendo en duda el diagnóstico de los médicos de verdad que se basan en pruebas científicas de verdad. Y claro, no hay nada que venda mejor que ir de víctima, con el consiguiente efecto inmediato: sigue cundiendo la alarma social por capricho de la familia, y no por pruebas científicas, sino circunstanciales. ¿Y cómo termina la historia? Pues termina con esta noticia de hoy:
Un grupo de expertos dice que la vacuna del papiloma no causó la reacción de las niñas
- Los expertos atribuyen la reacción a un estado de ansiedad
- Las niñas fueron ingresadas tras sufrir una reacción adversa a la vacuna, a los pocos minutos de serles administradas la segunda dosis.
- En el hospital valenciano se esforzaron "para demostrar si el ingreso de las dos pacientes estaba relacionado con la vacuna".
Los problemas sufridos por las dos niñas de Valencia que han experimentado reacciones adversas tras recibir la vacuna contra el virus del papiloma humano no están relacionados con la aplicación de ésta. Así lo han afirmado este martes expertos internacionales, que han atribuido las dolencias de las niñas, que provocaron su ingreso en el Hospital Clínico de Valencia, a un síndrome de conversión.
Ésta ha sido una de las conclusiones de unas jornadas sobre el riesgo y beneficio de las vacunas, organizadas por la Fundación Merieux en Annency (sureste de Francia), en las que se ha hablado del caso de las niñas de Valencia y la seguridad de la VPH.
No hay explicación patógena de que en diez minutos una persona muestre convulsiones tras una vacuna
Las dos niñas valencianas, de 14 y 15 años, fueron ingresadas los pasados 4 y 6 de febrero, al sufrir una reacción adversa a la vacuna contra el VPH, causante del cáncer de cérvix, a los pocos minutos de serles administradas la segunda dosis del lote número NH52670 de la marca 'Gardasil'.
El pasado 16 de abril se reunió el grupo de expertos que analiza el caso de las dos niñas valencianas y en los próximos días hará pública sus conclusiones, que apuntan a que ha habido un componente de conversión neurótica que explicaría el proceso. Según los expertos, las niñas sufrieron un síndrome de conversión, que se produce cuando se tiene un cuadro clínico cuyo origen es un estado de ansiedad.
Llegar al diagnóstico de este síndrome se tarda y "es posiblemente lo que ha pasado con estas niñas", matizó Javier Díez Domingo, jefe del área de investigación de vacunas del Centro Superior de Investigación y Salud Pública.
Alarma social
La alarma social se debió a la coincidencia en el espacio y tiempo de los dos casos, según los expertos, que remacharon que el origen de las convulsiones "no era cerebral cortical". Lo que ocurrió, según Díez Domingo, es que en el hospital valenciano se hicieron muchos esfuerzos por intentar demostrar si el ingreso de las dos pacientes estaba relacionado con la vacuna.
Claire-Anne Siegrist, de la Universidad de Ginebra, explicó que, cuando le contaron los casos de estas niñas, enseguida pensó que, en al menos una de ellas, el problema no estaba relacionado con la vacuna. Esto se debe, coincidieron los expertos, a que "no hay explicación patógena de que en diez minutos una persona empiece a mostrar convulsiones después de una vacuna".
Total, que las niñas han sufrido un problema muy determinado: estado de ansiedad con síndrome de conversión. Nada que ver con la vacuna. 1.140.000 vacunas administradas, dos presuntos casos de efectos adversos graves, las familias sembrando alarma social por doquier y al final el problema es que las niñas sufren crisis de ansiedad. Si se me avería el coche, la persona autorizada para decirme lo que le pasa es un mecánico, no el panadero de la esquina. No juguemos a ser médicos, no pongamos en duda los criterios de los profesionales.
<span><span style="font-size: x-small;">Svyadov: Tu comentario está muy sesgado a favor de la vacuna. Hay más casos de efectos secundarios, también graves, con esta vacuna, aunque no se hayan publicitado. Digo yo que el portavoz de las familias algo entenderá, ya que es médico. Lo que está claro, clarísimo, es que esta vacuna se ha implantado muy rápido, con fuertes presiones de la industria famaceútica, y con conflicto de intereses de investigadores que han realizado los estudios. Estudios que han sido poco rigurosos, pues no demuestran la verdadera eficacia ni la seguridad, con muy poco espacio de tiempo entre los resultados y la aprobación de la comercialización. Para más inri, ha habido intereses políticos en su implantación .... con lo cual, ahora que la polémica está más que servida, estaba servida ya antes de su implantación, a ver quien es el valiente que admite que hay problemas con los efectos secundarios. Mirar para otro lado y negar la evidencia es lo que se está haciendo. </span></span>
ResponderEliminarNo sé si se habrá implantado rápido o no. Lo que sí sé es que se lleva administrando desde el 2006. En España se han administrado más de 1.140.000 vacunas, y sólo han aparecido dos presuntos casos de efectos adversos entendemos que graves, y que ahora sabemos que se tratan de crisis de ansiedad. ¿Puedes citar la fuente de esos otros casos de efectos adversos graves? Y también, si te es posible, la fuente que dice que los estudios han sido poco rigurosos y no demuestran ni la eficacia ni la seguridad. Estoy muy interesado en leerlo. Hablar de conspiraciones farmacéuticas y políticas, sinceramente, me da grima: son tantos los charlatanes que recurren a conspiranoias varias que ya no me las creo (sin con esto decir que no sea cierta tal conspiración, pero antes de acusar, habrá que probarlo, vamos digo yo).
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