Hoy el diario 20minutos publica (para mi personal decepción) una entrevista al charlatán Alejandro Jodorowsky. ¿Quién es? Pues eso mejor que nos lo cuente Mauricio-José Schwarz que ya investigó a este personajillo tal y como podemos ver en esta entrada que transcribo a continuación:
El jueves 1º de junio enciendo el televisor y me encuentro, en la 2 de Televisión Española, una toma en la que se presenta un escenario enorme delimitado por tres megapantallas que, en un delirio de modestia y discreción, presentan el nombre "Jodorowsky" en letras de al menos dos metros de alto. Al centro del escenario aparece en una sillita un personaje que habla cansinamente soltando lugares comunes del new age, reciclajes de Paulo Coelho, trozos de Juan Salvador Gaviota para bobos, y lo reconozco como Alejandro Jodorowsky...
La televisión española le ha pagado dinero público a un vividor que, no exento de valor artístico (como veremos), se ocupa desde hace años de hacerse de oro con la más basta y chupaflautera charlatanería, la venta de un delirio llamado "sicomagia". Es el programa llamado Carta Blanca, supuestamente dedicado a personajes de la cultura y donde distintos presentadores no profesionales harán lo que quieran durante 90 minutos cada uno.
Ésta es la oportunidad de Alejandrito, que además es pesado, pesado, pesado... como siempre, lo conozco hace años... pedante de mundial de pedantes, soberbio hasta la autoadoración, lo bastante arrogante como para decir que el tarot sólo lo entiende él (pero usted puede comprar un tarot diseñado por él, aunque ya le dijo que de todos modos usted es un idiota que no va a entender un carajo), el elegido de la "sicomagia" y, según versión proporcionada por él, un sujeto de una inteligencia preclara y una capacidad artística incomprendida por un mundo de patanes, un genio sólo comparable a un paquete que incluyera a Salvador Dalí, André Breton, Albert Einstein y Johann Sebastian Bach.
Pero todo tiene un principio.Alejandro Jodorowsky en México
Cuando yo era un chaval, la escena de la intelectualidad mexicana dejaba espacio para muchos simuladores y farsantazos. Uno del montón de simuladores con la cabeza llena de aire que se fingían supermodernos era el joven dramaturgo y seudofilósofo seudooriental Alejandro Jodorowsky, desembarcado en México desde Chile, donde nació en el pueblo de Tocopilla, lo que en la delirante interpretación Jodorowskyana lo "predestinó" porque el tal pueblo está en el paralelo 22 y el tarot tiene 22 arcanos mayores.
Lo repito, porque vale oro molido para entender la enorme dureza de rostro de Alejandro Jodorowsky: estaba predestinado para ser tarotista porque el tarot tiene 22 arcanos mayores y el pueblo de Tocopilla está en el paralelo 22.
Así, hijos míos, se justifica cualquier loquera del mundo. Puede sacar conclusiones así con cualquier número imaginable.
Y venga a divertirse, siempre que sea cobrando.
En México, Jodorowsky hizo algunas cosas interesantes en teatro (su obra ingenuojipiteca El juego que todos jugamos o la dirección de El diario de un loco con el gran actor Carlos Ancira, en la que la obra de Gogol y la excelente actuación de Ancira valieron seguramente más que su dirección), dibujaba un cómic seudoorientalista harekrishnero yogopédico ("Fábulas pánicas") en el diario de la ultraderecha (El Heraldo) y buscaba la fama a como diera lugar.
Entre 1968 y 1973, alcanzó renombre (como pedantazo seudovanguardista) con tres películas lamentables: Fando y Lis, basada vagamente en ua obra de Fernando Arrabal y que logró escandalizar a los asistentes al festival de cine de Acapulco (que era lo único que pretendía), la mil veces peor El Topo, que para remate lo llevaba a él de protagonista como héroe de western subdesarrollado y a su hijo Brontis como soprotagonista infantil, y la absolutamente infumable: La montaña sagrada con más parientes suyos en nómina.
Para júbilo de los mexicanos, Alejandro decidió poco después irse a Francia, donde tuvo una carrera no despreciable como guionista de comic en la revista Metal Hurlant, pero volvió a México en 1989 para perpetrar una cuarta película, Santa Sangre, donde ahora nos asestó a sus hijos Adán y Axel como protagonistas y a otros de sus parientes en el elenco, estuvo implicado en alguna de las adaptaciones de la novela "Dune" al cine (su versión fue tirada a la basura por el productor De Laurentiis) y se ocupó de desarrollar lo que él llama "sicomagia".Cualquier ocurrencia cura, porque lo digo yo
Alejandro Jodorowsky, como se diría en los años 60, "se quedó en el viaje", frase que se utilizaba con cierta frivolidad para indicar a los jóvenes que nunca se recuperaban de una experiencia o "viaje" con psilocibina, peyote, hongos, LSD o cualquier otro psicodisléptico alucinógeno. Muchos de los que vivimos esa época conocimos a alguno de esos jóvenes que, creyéndose que "expandían su conciencia" metiéndose potentes sustancias peligrosísimas y descontroladas (pero muy "naturales"), acabaron en un siquiátrico de por vida o cuando menos se frieron el cerebro con gran eficacia.
En lo artístico y en lo filosófico, pues, Jodorowsky se quedó en el viaje del happening sesentero de vanguardia fácil, esa actitud adolescente llamada pour épater la bourgeoisie, o "para dejar estupefacta a la burguesía", o para escandalizar a las buenas conciencias, que es lo mismo, con algunos elementos simples: 1. Herejía anticristiana, mucha y de carácter basto y poco sutil, con referencias que sean indudablemente ofensivas para los creyentes, 2. Uso explotador de personas deformes, dementes, discapacitadas, mutiladas o excesivamente delgadas, gordas, altas o bajas, 3. Sexo, mucho, con abundantes referencias vagamente sicoanalíticas y de preferencia con toques sadomasoquistas, incestuosos o prohibidos de otra forma que también ponen de pestañas a las antedichas "buenas conciencias", 4. Sangre a cubetadas, resultado de potente violencia sin más motivo que su efectismo visual, y si posible una buena cantidad de mierda, personas defecando y cosas así de profundas, 5. Situaciones absurdas concatenadas sin motivo alguno, fingiendo significado donde obviamente no lo hay (acá siempre tuve la impresión de que estos pobres pensaban que el teatro del absurdo, como la maravillosa Esperando a Godot de Beckett, en realidad no significaba nada, y que bastaba juntar cosas absurdas a lo orate para ser "profundo" y merecer reconocimiento; la historia ha concluido que Beckett y Ionesco son unos genios del teatro y los imitadores como Jodorowsky y Arrabal son unos intrascendentes condenados al olvido).
Fuera de esos 5 puntos, no hay nada de sustancia, de interés, de profundidad. Allí llegó el rollo Jodorowskyano y allí se momificó hacia 1970, lo cual en esos años, en plena época hippie de revolución sexual, de rebeldía política y de verdaderos genios que hacían cosas extravagantes más o menos parecidas pero muy bien (como Dalí) era asunto cumplido y bastante para hacer famoso a un chaval desvergonzado y obsesionado, pero que hoy en día no da para hacer arte ni "magia" que valga un pepino.
Jodorowsky y el "movimiento pánico" que generó junto con Fernando Arrabal, Topor y otros, se basaron en su visión peculiar del simbolismo, dada su creencia inamovible en el sicoanálisis (y cierta envidia por haber nacido demasiado tarde para ser surrealistas, me atrevo a suponer), asunto que puede estar muy bien para un artista que pretende encontrar símbolos para provocar ciertas emociones pero que cuando se vende para "curar" personas con problemas emocionales graves, preocupaciones o situaciones psiquiátricas es de una irresponsabilidad sublime.Cómo ser engreído y llenarse de plata en el intento
La idea detrás de la "sicomagia" es que, según Jodorowsky, todo el mundo tiene exactamente el mismo imaginario simbólico sexual-sanguinario-freaky-copromítico que distingue a Jodorowsky. Ésta es la base, porque determina, por dogma de fe, que Jodorowsky entiende la mente humana mejor que nadie, es la "mente humana" arquetípica y perfecta, en la que cabe la mente de todos los demás, y por ello es precisamente Jodorowsky el elegido para inventar los rituales simbólicos que curarán los males de las personas. Así, Jodorowsky (y sus parientes, que cobran en la misma nómina y siempre viajan en manada) son los únicos sicomagos de verdad (o al menos eso afirmó durante décadas, ahora al parecer da clases a sicomagos), son los que saben qué ritual externo será "entendido" por el "inconsciente" (y aquí sigue sin haber demostración de la existencia del inconsciente, como no la hay de su hermano, el subconsciente) para "curar" al paciente.
(Antes, el irresponsable Jodorowsky trató de curar enfermedades de verdad, incluso haciéndole al cirujano psíquico, porque lo impresionó cierta famosa farsante mexicana, la bruja Pachita, cuyo hijo hacía supuestas operaciones síquicas más falsas que un euro con la jeta de Jodorowsky, pero el resultado fue lamentable y, como el chileno es un orate pero no un tonto, se dio cuenta de que por ese camino podía acabar en la trena, en chirona, en el frescobote, en cana, adentro, así que ahora se ocupa de males del corazón menos sujetos a responsabilidades ante los tribunales.)
La "sicomagia" jodorowskyana, hay que repetirlo, se apoya en enormes cantidades de rollos sicoanalíticos que nadie ha demostrado pero que el ignorantazo Jodorowsky no sólo cree a pie juntillas, sino que ¡confunde con la psiquiatría!: traumas, inconsciente, psicoanálisis, complejo de Edipo, sublimaciones, y unas obsesiones sexuales que dan cierto patetismo a la figura del chileno si es que él las tiene. Pero no es sólo sicoanálisis, es el sicoanálisis peculiar según Jodorowsky, o sea que si usted tiene problemas emocionales puede elegir entre acudir a un psicólogo, a un psiquiatra o a un actor y director de cine con delirios místicos que en su puta vida estudió nada de comportamiento, neurociencias, sueño, neuroquímica o psiquiatría.
La elección es obvia, ¿no?
¿Cómo es un ritual simbólico surgido de la absurda mente de alguien que se quedó en la sicodelia simplona de los años 60 para asustar a sus papás y demostrarles que es un rebeldote de ultravanguardia, cómo es este ejemplo de pensamiento desordenado en toda su fuerza? Por ejemplo, a una viuda trista que nunca tuvo hijos le hizo la "recomendación sicomágica" (forma elegante de decir que le soltó la primera estupidez mamerta que le salió del frito encéfalo) que consiguiera un huevo fértil de gallina y se lo metiera en la vagina hasta que naciera el pollito, con lo cual, supone el orate Jodorowsky, ella "sabrá" lo que es traer una vida al mundo y ya no estará triste por ser una viuda sin hijos.
¿Juát? ¿Qué coños tiene que ver el empollar un huevo de gallina en la vagina (con todo lo poco higiénico y poco probable que evidentemente es para la gente normal) y expeler un pollito medio ahogado con tener un hijo de verdad humano, propio, con futuro, y amarlo, disfrutarlo, educarlo, verlo crecer? Pues obviamente nada, pero Alejandro se queda convencido de que es un genio. ¿Ha demostrado alguna vez Jodorowsky que esa "curación" realmente es lo mejor para darle la paz emocional y espiritual a una viuda triste que no tuvo hijos? No, pero qué importa si lo puede hacer, escribirlo en un libro e impresionar a sus posibles compradores...
Así tiene y difunde como "sicomagia" cualquier cantidad de delirios simbólicos: que la impotencia y la eyaculación precoz se curan robándole la ropa a mamá y diciéndole a la amante que se ponga la ropa de mamá para proceder al coito, con lo cual, cree Jodorowsky sin tener ninguna necesidad de demostrarlo, se "sublima" el supuesto "complejo de Edipo" resultado del incesto que él cree que está presente en "todas" las familias. ¿Cómo lo sabe? No lo dice (uno sospecha que no lo sabe, le da igual, le basta creerlo). ¿Puede demostrarlo? Ni de coña.
No abundaremos sobre su otro ritual sicomágico simbólico que implica recomendar, en televisión y cobrando dinero de verdad de los contribuyentes españoles, cagarse literalmente en la tumba de los abuelos para luego limpiarla y perfumarla. (Pregúntese usted si el tal Jodorowsky lo habrá hecho alguna vez, y la respuesta le dará una medida de la honestidad de este autoproclamado "sicomago".)Mentir por dinero es ser sicomágico
Pero todo esto no sería sino un delirio de un farsante ambicioso o una condición psiquiátrica digna de atención si no fuera porque Jodorowsky, con los rollos adicionales del sicochamanismo y la sicogenealogía (él ve su árbol genealógico y le diagnostica sus enfermedades, en serio) se ocupa constantemente de mentir para darse lustre. En 1997 ya alucinaba que "Los científicos creen que ellos van a arreglar el mundo, pero son los artistas quienes pueden curar a la gente", con ese desprecio a la ciencia propio del que nada sabe de ella. Cuando fue a México, en 1999, a presentar uno de sus libros de "sicomagia", lo entrevistó mi brother César Güemes (fino periodista cultural), soltó que: "Voy a modificar un poco las cosas a partir del concepto del sicochamanismo, pero ya con asesoramiento de médicos. Ese es el siguiente paso". Hoy, en 2006, sigue sin aparecer un médico de verdad que avale los delirios siconegociantes, sicofumados y sicoengreídos de Jodorowsky, ¿lo dudaba usted?. Pero luego Alejandro se va a Chile y allí resulta que en México en vez de presentar un libro, le había dado un curso de "sicomagia" a docenas de médicos y sicoanalistas... ¡cosa de la que nadie se enteró en México!
Sus frases no tienen desperdicio: "...admiro y aprecio a los charlatanes, porque curan. Un charlatán cura más que un médico, porque a veces los médicos envenenan..."
Si usted entiende esto, explíquemelo, es decir, "a veces" los médicos "envenenan" (podría ser, ser médico no es garantía de no cometer errores), y ésta es la razón, la causa, la explicación de que un charlatán cure más que un médico... ¡no seas payaso, Jodorowsky!
En el programa, que se suponía que era de entrevistas, pero no se fije usted mucho, Jodorowsky ofreció algo de la estética arriba delineada, los cinco puntos con la participación entusiasta y cobrando (como siempre) de su familia. Ejemplo de ello fue la canción que interpretó alguien que parece (lo apostaría) otro hijo suyo, convulsionando ante una mujer tremendamente gorda vestida de corista. ¡Wow, qué motherno!
Porque en el programa uno descubre que las entrevistas son sólo pretexto para que Jodorowsky cobre mientras anuncia sus productos, hablando de la sicomagia, del tarot, de su genialidad y chingonería iniciática, de promover sus libracos y tirar el tarot, que según Alejandrín tiene que ser "tirado" entre dos. Cualquiera que haya estudiado la curiosa superstición del tarot sabe que esto no es tal, pero es una ocurrencia que generó Jodorowsky para duplicar el salario que se le cobra al gil (en este caso el fisco español), porque quien le ayuda a tirar el tarot en pantalla es, ¿por qué no me sorprende?, su hija Valerie.
Con los ingresos del fisco y de los fascinados compradores de libros, Jodorowsky se puede dar el lujo de "no cobrar" por leer el tarot en París, ciudad que contamina desde hace algunas décadas, y así asegurar públicamente que dispone de una "pureza" que supuestamente lo legitima... Pero al final del lamentable programa muestra el cobre dedicando varios minutos a lo que mejor hace: darse autobombo hablando de "mi libro", y "mi otro libro" y "mi último libro que estoy haciendo" para que usted, entusiasmado porque realmente parece que Alejandro sabe de qué recarajos está hablando, mañana ponga su dinero otra vez en el bolsillo del simulador chileno.
Si en asuntos de otros terrenos el actual gobierno español parece tener claras las cosas y la brújula en buen estado de funcionamiento, en cuanto al mundo de la irracionalidad, la charlatanería y el embuste seudomédico está más perdido que Hugh Hefner en un monasterio: a los "reconocimientos" oficiales a rituales curanderistas no probados y sólidamente criticados por la medicina como la acupuntura y la homeopatía agrega ahora el salario, la producción, los salarios familiares y, suponemos, el viaje y la manduca de Alejandro Jodorowsky para zumbarnos por televisión sus delirios nunca demostrados.
Y además es pesado el tipo...
Actualización 24 de octubre de 2007: Desde que se publicó esta entrada, hemos recibido un bombardeo incesante de correos de adeptos de Jodorowsky, empezando por su hijo Adán, que me escribió muy ofendido (y luego se opuso a divulgar nuestro intercambio de correos, valiente él) más o menos a ritmo de un orate de la iglesia de Jodorowsky The Greatest por semana.
Al mismo tiempo, esta entrada se convirtió en objeto de una rebatinga monumental en la Wikipedia en español, pues los incondicionales del gurú se ocupan de mantener la limpieza y pureza de la entrada de la Wikipedia dedicada a exaltar al farsantesco actorcillo retirado, (en realidad hay una feroz censura y defensa de todo lo que hieda a esotérico, engañabobos, estupefaciente, místico y estafístico en dicha enciclopedia supuestamente "pública", en la práctica secuestrada por los newageros). Por estos días, otro sesoplano deseoso de quedar bien con Alejandro Jodorowsky (o el propio chamán de pega, que manda a sus adeptos y a su hijo pero no se atreve a intercambiar opiniones conmigo, ni a insultarme como sus mensajeros, y menos tratar demostrar que me equivoco) ha vuelto a borrar el enlace de esa entrada a ésta, que sería la única visión crítica colada en el terso y uniforme mundo del pensamiento único en loor a Jodorowsky. Es un halago ver que tal gentuza arde de furia con mis sencillas observaciones sobre su ídolo de pies de barro y medios de vida sospechosamente desconocidos (¿hacienda francesa, anyone?).
(Actualización a 13 de junio: una lectora que asegura haber trabajado con Jodorowsky en su casa de París, me escribe para informarnos de que efectivamente tenía yo razón, el tipo que se contorsionaba cantando en el programa de Jodorowsky era su hijo, Adán Jodorowsky, que también se hace llamar "Adanowsky", y me aclara que quien ayudó a Alejandro a tirar el tarot no fue "su hija Valerie", como escribí equivocadamente, sino su esposa actual, Marianne Costa, que comparte la empresita familiar en la que destaca igualmente Cristóbal Jodorowsky, otro de los hijos del actor. Me señala también la lectora que la hija de Jodorowsky no se llama Valerie, es una persona normal, no se dedica a chupar del negociete de Alejandro.)
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