martes, 3 de febrero de 2009

La importancia de contrastar la informacion

Imagine el lector que se halla en su casa confortablemente sentado en su sillón favorito. Después de un duro día de trabajo, una ducha y una cena, enciende la televisión para relajar la mente con algún programa de humor (por poner un ejemplo). Supongamos que ese programa es "El Intermedio". Si el lector desconoce lo acontecido entre ayer y antes de ayer en este espacio, le pondré en antecedentes:

La cadena ultracatólica Intereconomía, de ideología claramente facha conservadora, publicó en su programa "Más se perdió en Cuba", un video (que también subieron a youtube) en el que se veía al responsable de "El Intermedio", esto es, El Gran Wyoming, echándole la bronca del siglo a una becaria. Dicho video llegó al mencionado programa de Intereconomía a través de un email y, dada la rivalidad existente entre ambos espacios, no dudaron en usarlo como arma arrojadiza contra Wyoming llegando incluso a darle connotaciones políticas al asunto. De dicho video con la bronca se ha hablado y mucho en apenas 24 horas, y no han sido pocos los medios que se han hecho eco de la noticia. Por supuesto, anoche, en "El Intermedio", explicaron lo que había ocurrido:








Así que, todo fue un montaje que hicieron los guionistas del programa "El Intermedio" para demostrar la escasa, por no decir nula, ética que rige el canal Intereconomía. La Sexta ya nos tiene acostumbrados a sus montajes (como el caso de "El Follonero" o "Sé lo que hicisteis") en los que se muestra de forma diáfana que el sector del periodismo está últimamente demasiado ocupado con "pseudoperiodistas" que publican lo primero que encuentran sin molestarse siquiera en contrastar esa información. Esto es una enorme falta de ética, pues un periodista debe, ante todo, informar; y la información que emite debe ser, ante todo, veraz. Así pues, el periodista debe, o por lo menos debería, tener la obligación de contrastar toda la información que publica. El problema no es el periodismo en sí, ni es en general de los medios de información. El problema es de algunos periodistas que, cegados por motivos personales como es el caso que nos ocupa; o cegados por su propio fanatismo-integrismo político-religioso (véase por ejemplo a Jimenez Losantos en la COPE); anteponen sus prejuicios, ideologías y creencias a la veracidad de la información. No valen excusas como "comprobamos que el video no fue cortado ni editado" ni chorradas similares. Se debe contrastar el medio, claro que sí, pero también la información contenida en el medio.

Son estos pseudoperiodistas como el mencionado de la COPE o el conductor del programa "Más se perdió en Cuba" los que realmente demuestran una falta de ética y de rigor profunda, y que denigran una profesión como es el periodismo. Uno no puede anteponer sus creencias a los hechos. Imagine, estimado lector, que nuestro buen amigo Pepe, que es carpintero, se rompe una mano trabajando, y va al médico. El médico no le hace una radiografía y le dice que, bah, que sólo es un golpecillo de nada, que no se queje tanto, que es un llorica, y si no le gustara la música clásica no le habría pasado nada. ¿Qué tiene que ver que a Pepe le guste le música clásica con que se haya roto una mano trabajando? Pues absolutamente nada. ¿Es la actitud del médico la correcta? Desde luego que no: lo que haría un médico con un mínimo de ética (por aquello de que le pagan por ello y por eso del juramento hipocrático y esas cosas) es hacer una radiografía para ver qué ha pasado. Eso es lo que haría un médico normal, un médico que contrasta la información que le proporciona el paciente con los hechos. En ciencia la información se contrasta experimentalmente, de lo contrario se hace pseudociencia. En periodismo la información se contrasta recurriendo a otras fuentes, de lo contrario se hace pseudoperiodismo.

Imagine ahora que es usted quien sufre un accidente que requiere asistencia médica urgente. Le llevan al hospital y el médico, o mejor dicho, pseudomédico, observa que lleva usted una cruz colgada al cuello. Así que, el pseudomédico le dice "pues mire, ha tenido usted un accidente muy grave, pero la culpa es suya, porque si usted no fuera católico y encima del PSOE no le habría pasado nada de esto, y me niego a curar sus heridas, me niego a curar a católicos y gente de izquierdas, así que si usted se muere, pues mala suerte". Como es lógico, el lector se quedaría estupefacto ante tamaña estupidez y falta de ética y profesionalidad. ¿Se imagina que en todos los servicios que usted se pueda imaginar, desde la panadería hasta la recogida de basuras, la gente antepusiera sus ideologías, creencias o motivos personales a su trabajo? ¿Se imagina usted que cualquier pudiera objetar por cualquier razón en cualquier trabajo? Esto nos llevaría irremediablemente al caos y la destrucción porque no es un modelo sostenible para la sociedad. No estamos hablando de una cuestión como lo era antiguamente la objeción de conciencia para aquellos que tenían que ir a la mili en la que una persona podría sentirse capacitada o no de matar a otra según sus principios morales. Estamos hablando de una ética y una profesionalidad inherentes a las profesiones que desarrollan las personas.

A nadie le gustaría ni le parecería bien que un médico no curara un infarto a una persona simplemente porque a éste le gusta la música clásica en lugar del hip-hop. A nadie le gustaría ni le parecería bien, y supongo que usted tampoco, que un periodista dijera que es usted un ladrón y un estafador simplemente porque "alguien", no se saben quién, se lo ha dicho y el periodista, en lugar de comprobar, no ha contrastado la información porque le tiene manía a usted (y quien dice usted, dice cualquier otra persona). Contrastar la información es lo más importante, no sólo en el periodismo, sino también en ciencia. Y digo yo: si a una persona no le gusta que un periodista mienta emitiendo informaciones no contrastadas, si a una persona no le gusta recibir información que no ha sido comprobada ni verificada por las personas competentes encargadas de ello, ¿por qué sigue habiendo periodistas como Jimenez Losantos o el responsable del programa "Más se perdió en Cuba"? Si a una persona no le gustaría que le tratara un pseudomédico, o que escribiera sobre él un pseudoperiodista, ¿por qué sigue Iker Jimenez emitiendo sus falsedades y haciendo caja a costa del telespectador y del radioyente sin que nadie le pida una mínima contrastación o verificación de la pseudociencia que expele a velocidad de vértigo ,y que se sabe que es tan falsa o más, y sirva como ejemplo el montaje de las niñas fantasma, las caras de Belmez, la memoria del agua, o el "caminante de Boisaca"? ¿Por qué se continua siguiendo programas pseudocientíficos cuya base es la mentira y su argumento la falsedad? ¿Hasta cuando seguiremos aguantando a todos los pseudos-lo-que-sea, a todos esos charlatanes sacacuartos en los medios de comunicación?

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