martes, 19 de mayo de 2009

Que pasaria si la iglesia catolica fuera un equipo de futbol

Transcribo aquí la entrada "El Atlético Celestial F. C." que nos ha dejado el Camarada Bakunin en el blog Halón Disparado:

Nos consta que hoy en día muchos no creyentes —e incluso algunos ateazos manifiestos— siguen bautizando a sus hijos. Entre la presión familiar y el “tampoco pasa nada” algunos siguen cometiendo este atentado contra la libertad de elección de sus hijos que, en un mundo ideal, sería considerado delito. Lo más delirante es que para defenderlo se recurre a argumentos de lo más peregrinos. Mi preferido es el de “total, es como si tus padres son del Madrid y te hacen socio al nacer; después, si no te gusta te borras y en paz”. Como la falacia es gloriosa vamos a tirar pa’lante con el pie en la tabla hasta que topemos con el muro de hormigón del absurdo:

  • El día que naces tus padres te inscriben como socio del Atlélico Celestial F. C. Dicho club es un equipo de fútbol peculiar pues, a pesar de desarrollar sus actividades en un estado adeportivo, recibe subvenciones estatales en función de su número de socios.
  • El ACFC no quiere perder socios —ya que significan pasta— y para ello pone más trabas para darse de baja que un operador de telefonía móvil. Además, aunque consigas darte de baja, incumple de forma descarada las regulaciones nacionales sobre protección de datos de carácter personal. Jamás te borrarán de sus registros, en los que figurarás siempre como “baja”.
  • Entre otras ventajillas, el ACFC no paga impuestos por muchos de sus ingresos y actividades. Algo que no pasa en las ligas profesionales de otros países de nuestro entorno. Además recibe subvenciones para el mantenimiento de sus muchos estadios por estar considerados patrimonio cultural.
  • El ACFC mantiene una obra social, al igual que bancos y cajas de ahorros, en un ejercicio de responsabilidad corporativa. También recibe subvenciones por ello. Al igual que las grandes corporaciones lo utilizan como argumento defensivo cada vez que se desenmascaran sus tropelías.
  • A pesar de que algunos jugadores del primer equipo se han visto implicados en varios turbios asuntos relacionados con abusos a los alevines en los vestuarios, ninguno de ellos ha sido llevado nunca a los tribunales. Ni siquiera les han suspendido por un par de partidos. En todo caso. el entrenador y los directivos se han limitado a cambiarles de puesto en la alineación.
  • El ACFC mantiene escuelas en las que enseña a los niños que el fútbol es el Único Deporte digno de tal nombre y que todos deberíamos vivir nuestras vidas según las normas del Gran Árbitro. Personaje al que, por otra parte, nadie ha visto jamás. Les inculcan que si juegas de acuerdo a las normas del club podrás subir, al terminar el partido, al Palco con el Gran Árbitro y saborear canapés y Mirindas en su presencia para siempre jamás.
  • Al ACFC no le basta con el ser el único equipo en primera división. Le gustaría suprimir a todos los demás equipos —cosa que les gustaría hacer a su vez a sus rivales— y todos los demás deportes. Pretenden que todos los ciudadanos vistamos camiseta y pantalón corto y vayamos trotando por las calles detrás de un balón, independientemente de que nos interese el deporte o no. Nos amenazan —ya ves tú— con que el Gran Árbitro nos envíe a sufrir en el Banquillo por toda la eternidad. Ni qué decir tiene que muchos no creemos que haya vida después del partido y que lo del Banquillo es un cuento para niños.

¿Ridículo? Pues así está la cosa.

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