jueves, 3 de septiembre de 2009

Jugando con dioses

No hace falta ser un dios para jugar con dioses. De hecho, si Jesucristo existió, cuando era niño también jugaría con otros niños, ¿o no? Niños jugando con un dios... ¿Haría trampas jugando al escondite usando alguna suerte de visión celestial? ¿Harían guerras de piedras y antes de recibir alguna pedrada convertiría las piedras en... panes, peces o tal vez vino? Preguntas tan inquietantes como que nadie se atreva a arrojar algo de luz acerca de su infancia. Pero volviendo al tema de los juegos, no hace falta viajar en el tiempo para tal cosa. Gracias a una empresa de juguetes (cuya existencia me ha comentado Teaius) nos encontramos con un sitio (ahora deshabilitado) que se llama Jesus Christ Super Store que oferta (u ofertaba) las siguientes figuras de acción:


Tenemos a Dios Todopoderoso, suyo es el reino, el kalashnikov (el arma preferida de nuestro enemigo, que diría El Sargento de Hierro) y la gloria. Con capa de invulnerabilidad y todo:





A Jesucristo con sus clavos-ninja mesiánicos y su ametralladora:





También tenemos a su santidad el Papa, el mensajero mortal de Dios, con su uniforme de asalto vaticano y una tremenda maza sagrada:





Y por supuesto al Dalai Lama, el dios de los 1000 brazos, con su AK-12 automática con silenciador:





Incluso tenemos un Yihadista Islámico suicida, aunque de estos hay en la realidad:





El jefe Rabbí, el que posee el poder de la Tora, el Talmud y de un rifle de francotirador de no te menees:





El ayatolá, con su ametralladora SZ-924 destruye imperios y machaca infieles:





El muñeco más cachondo de todos, Allah, aquél al que no se puede ver:






Shiva, con su UZI automática es el Dios de la destrucción y la preservación:






Krishna, el guerrero cósmico ligón playboy, con su Colt-45 con mira laser y silenciador:





Buddha, aquel que ha alcanzado la perfección, gracias a su Magnum 66 automática y su invencible capa sagrada naranja. Al loro con los pectorales del pavo:






Seguro que ahora saldrá alguna voz o varias pidiendo la hoguera para los blasfemos que han creado estas figuras, y para aquellos que, como un servidor, se hacen eco. Los mismos que piden tolerancia para su religión son los que más intolerancia muestran con los demás...

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