domingo, 5 de septiembre de 2010

Hawking se convierte en el nuevo Darwin

Aquellos que sigáis la actualidad científica, más particularmente la referida a la divulgación científica, ya habréis oido el revuelo que se ha montado tras el anuncio del nuevo libro de Hawking (escrito mano a mano con Leonard Mlodinow). Hawking afirma que no es necesaria la figura de un dios para explicar el origen y evolución del universo. Poco más o menos es lo mismo que afirmó en su momento Darwin en el contexto biológico, sólo que desplazado al físico. Hasta aquí nada fuera de lo común: en ciencia no se admiten explicaciones no falsables ni comprobables experimentalmente como puede ser la existencia de un dios generador de la especie humana, del sistema solar, o del universo entero. Es muy simple: si no podemos diseñar un experimento que demuestre la existencia de algún dios, no podemos afirmar ya no sólo que dicho dios existe sino que tampoco podemos verificar que ha creado esto o aquello. A fin de cuentas, lo que dice Hawking no es nada asombroso, ni revelador, ni nuevo ni nada: es una constatación de que en ciencia no se admiten explicaciones basadas en el pensamiento mágico.

No obstante, y al igual que le ocurrió a Darwin hace más de 150 años, los religiosos se han tirado a la yugular de Hawking, sólo que con la cobertura mediántica de la era de la información y la globalización, con lo que se han unido católicos, protestantes, musulmanes y judíos. No deja de ser curioso que Hawking haya unido en un mismo empeño a religiosos tan distintos. Qué pena que en lugar de dedicarse a atacar a la ciencia no se dediquen a asuntos preocupantes como pueden ser la pobreza y el hambre en el mundo, o los continuos casos de abusos a menores que se producen en el seno de sus propias jerarquías, por poner dos ejemplos sencillos. Pero volviendo al tema que nos ocupa, nada ha cambiado en los religiosos en los últimos 150 años: siguen metiéndose donde no les llaman, respondiendo a científicos que hablan de lo que descubren en sus marcos de trabajo, con los mismos pseudoargumentos viejos, rancios, contradictorios e ilógicos. Veamos algunos de ellos:

Rowan Williams, arzobispo de Canterbury, afirma que "creer en Dios no consiste en como taponar un agujero y explicar cómo unas cosas se relacionan con otras en el Universo, sino que es la creencia de que hay un agente inteligente y vivo de cuya actividad depende en última instancia todo lo que existe". Al margen de que, obviamente, es incapaz de demostrar la existencia de su dios, afirma que es un agente inteligente (si no puede demostrar que existe, ¿cómo sabe que es inteligente?) y vivo. Estar vivo, desde el punto de visto biológico, implica nacer, crecer, reproducirse y morir. ¿Podrá el arzobispo de Canterbury explicar cómo puede estar vivo algo que nunca ha nacido ni muerto? Si alguna vez ha existido un dios vivo, o está muerto, o está próximo a morir... Eso de que todo lo que existe depende en última instancia de dicho dios es tan discutible como su propia existencia: si no puedes demostrar que existe, mucho menos que el universo depende de él. Este arzobispo también se atreve a afirmar que "La física por sí sola no resolverá la cuestión de por qué existe algo en lugar de nada". Lo que se calla es que la religión tampoco puede resolver la cuestión de por qué existe su dios, o de quién o qué ha creado a su dios, por no hablar de que realmente es completa y absolutamente incapaz de demostrar que tal dios existe.

Jonathan Sacks, gran rabino de la Congregación Hebrea de la Commonwealth, se muestra un poco más moderado e incluso parece querer hacer una separación entre lo que es ciencia y religión, cuando afirma que "la ciencia trata de explicar y la religión, de interpretar. A la Biblia sencillamente no le interesa cómo se creó el Universo. Dedica sólo 34 versos al asunto, mientras que la descripción de cómo los israelitas construyeron un santuario en el desierto ocupa 15 veces más". Esto no sabemos si interpretarlo como que el señor Sacks considera al Génesis como una metáfora. De un modo u otro, lo que propone es que el universo se debe interpretar, buscarle un significado, y para eso necesitamos la religión: "La ciencia desarticula las cosas para ver cómo funcionan. La religión las junta para ver qué significan." A pesar del tono conciliador, comete dos errores: el primero que la ciencia no desarticular las cosas, sino que explica los fenómenos que observa investigando sus causas, y en tal investigación nunca se ha encontrado la existencia de algún dios (básicamente porque ese no es el objetivo de la ciencia, no es una hipótesis falsable). El segundo error es que la necesidad de darle un significado a las cosas, es decir, la necesidad de responder a La Gran Pregunta, es una necesidad humana, artificial, provocada muy probablemente de manera evolutiva para reducir el estrés nervioso que produce la sola idea de la muerte.

También parece ser que un portavoz de la Iglesia anglicana ha dicho que "la buena religión y la buena ciencia no son incompatibles". Claro que no lo son. Pero es de vital importancia que los religiosos mantengan sus posturas religiosas donde les corresponde, es decir, en sus casas y en sus templos. Ni los biólogos evolutivos, ni los físicos cuánticos ni el resto de la comunidad científica se dedican a ir de templo en templo a dar clases magistrales de alguna materia científica, no obligan a nadie a escuchar lo que dicen, ni te abordan cuando vas por la calle para hablarte de la importancia de la ley del equilibrio de Hardy-Weinberg ni de por qué la teoría de la relatividad de Einstein es importante. Lo que deben entender los religiosos es que si no quieren que se ponga en ridículo sus creencias, deben quitar sus pies del terreno que es propiedad de la ciencia. Todo el ruido que hicieron los católicos, los creacionistas o los defensores del diseño inteligente ha servido para que se demuestre aún más si cabe que teorías como la de la evolución no presentan fisuras: en ciencia cuanto más se ataca una teoría, y más aguanta, más queda corroborada (científicamente hablando, claro). Si la ciencia prescinde de los cientos de dioses que ha dado la historia humana para explicar el origen y la evolución de los seres vivos o del universo es porque su propio método científico le impide tener en cuenta hipótesis no falsables. Pero si algún religioso quiere imponer su dios a la ciencia, debe hacerlo científicamente, es decir, debe demostrar científicamente la existencia de su dios. Es tan simple como eso. Si no lo hace científicamente, lo único que consigue es corroborar la validez de la teoría científica.

La cobertura mediática que se le ha dado a Hawking es la lógica de un hombre de su reputación. A fin de cuentas, estamos hablando de uno de los científicos y divulgadores más brillantes de todos los tiempos. También se le ha dado cobertura mediática a la respuesta de los religiosos, ya que, lamentablemente, se le sigue dando excesiva importancia a la moralina que imponen las distintas religiones. Curiosamente, uno de los redactores de Alt1040 (un blog que inicialmente hablaba de tecnología e informática pero que actualmente parece ser más una plataforma de publicidad de Apple) se queja precisamente de ese amarillismo que muestran los medios en el que se le da tanta voz a los religiosos y se olvidan de lo que dice Hawking. La pena es que el redactor hace suya una opinión de un redactor de New Scientist, opinión que, a primera vista, es errónea. Dice así: "La noticia, creo yo, es que Hawking dice ahora que no cree en una Teoría del todo, ha abandonado su búsqueda. Ya no espera encontrar una sola teoría que resuelva todos los interrogantes del Universo y plantea que una teoría puede dar una respuesta a una enorme cantidad de problemas e inquietudes, como por ejemplo si Dios creó el Universo o no, pero no todo, que la Ciencia no es completa (en el sentido de "completitud" del teorema de Godel)." Y esto lo afirma sin haber leído el libro que va a publicar el propio Hawking. El caso es que otros medios afirman precisamente lo contrario. Así, por ejemplo, el diario 20minutos dice tomando una nota de prensa de la agencia EFE lo siguiente:

Hawking aventura que la llamada teoría-M, proposición que unifica las distintas teorías de las supercuerdas, conseguirá ese objetivo.

"La teoría-M es la teoría unificada con la que soñaba Einstein. El hecho de que nosotros, los seres humanos, que somos tan sólo conjuntos de partículas fundamentales de la naturaleza, estemos ya tan cerca de comprender las leyes que nos gobiernan y rigen el universo es todo un triunfo", escribe el astrofísico.

Hawking da a entender que en lugar de ser una ecuación única, la teoría-M puede consistir en "toda una familia" de teorías inscritas en un marco teórico consistente, del mismo modo en que distintos mapas - políticos, geográficos, topológicos- pueden referirse a una sola región sin contradecirse entre sí.


Por su parte, el diario Público dice: "[...] Hawking y Mlodinow hacen un repaso del avance de la física teórica para llegar a la conclusión de que las teorías M son "la única candidata" para entender al universo en su conjunto y también la que Einstein esperaba encontrar. Las teorías M son la última aportación de la física teórica para convertirse en la teoría que unifique las cuatro fuerzas, o interacciones, fundamentales de la naturaleza (gravitatoria, electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil)."

Señor redactor de Alt1040: antes de criticar el amarillismo de los medios de comunicación (que lo hay, y es evidente), es fundamental hacer autocrítica, y ver que su propio titular (Stephen Hawking se dio por vencido (con la Teoría del Todo)) es tan amarillista o más que los del resto de medios de comunicación.

Los medios de comunicación podrían ser menos amarillistas dándole menos voz a los religiosos que andan metiéndose en camisas de once varas. Pero si lo hicieran, obviamente venderían menos. Es triste pero es cierto. La malaprensa, la falta de contrastación de las noticias publicadas, y la necesidad de vender cueste lo que cueste, está a la orden del día, y más en tiempos de crisis, en muchos de los medios de comunicación actuales. Algunos blogs tampoco se libran de esto (sirva como prueba Alt1040). La realidad es que en ciencia no son válidas explicaciones que tengan en cuenta deidades o agentes cuya existencia no se pueda demostrar científicamente. Cuando la ciencia se deshace de tales explicaciones los religiosos saltan a la palestra, a la yugular, cuando nadie les ha llamado ni dado permiso para ello. Los religiosos deben quedarse en sus templos, del mismo modo que los científicos se quedan en sus laboratorios. No tiene mucho sentido criticar a Hawking o a la ciencia por expulsar a alguno de los cientos de dioses que ha tenido la especie humana, cuando esto sucede dentro del seno de la propia ciencia. Hawking no pide ni obliga a nadie que deje de creer en algún dios, no sale a la calle y aborda al primero que pasa para regalarle alguno de sus libros y "evangelizarle" acerca de lo buena que es la ciencia.

La ciencia no necesita dar sermones, ni predicar. Sólo necesita que echemos un vistazo a nuestro alrededor. ¿Qué vemos? Que todo lo que nos rodea es fruto de la tecnología, y ésta es fruto de la ciencia: ordenadores, televisores, casas, coches, luz, agua corriente... El agua que bebemos es depurada para que podamos beberla gracias a la ciencia. Los animales y vegetales que comemos son fruto de la ciencia, ya que todos ellos son transgénicos y han sido seleccionados genéticamente (sí, todos son transgénicos, ya que todos se han cruzado en algún momento con otra especie, ya sea de forma natural, que a veces sucede, o de forma artificial, cosa que llevan haciendo los agricultores desde hace 10.000 años). La ciencia no necesita demostrar su utilidad e importancia con grandilocuentes sermones en templos. Sólo necesita que hagamos un simple ejercicio: mirar a nuestro alrededor para ver que todo cuanto nos rodea es fruto de la ciencia. La religión, por contra, no puede ni tan siquiera demostrar la existencia de su máxima figura, su dios.

La religión ha intentado dar explicaciones a aquellas cosas cuyas causas desconocíamos, ha plantado sus pies encima de la mesa de las cuestiones científicas. Y ahora que la ciencia le quita los pies de encima de la mesa, los religiosos se enfadan, se enfurruñan, lloran y patalean. Y encima se les da más cobertura mediática de la debida. La ciencia se encarga de explicar los fenómenos naturales, sus causas, sus orígenes, y sus consecuencias y sus finales. No explica significados ni finalidades, porque éstas no existen en un universo que se puede explicar exclusivamente en forma de física, química, biología, geología... Pretender dar explicaciones teleológicas, pretender dar un significado a lo que sucede en el universo, una razón de ser, es retorcer la lógica. Si un asteroide se estrella contra un planeta, ¿qué sentido tiene buscar una finalidad, una razón para que esto ocurra? Es un simple fenómeno natural: dos cuerpos chocan porque sus trayectorias de movimiento se han cruzado. Y ya está. No hace falta agregar una explicación extra que tenga que ver con deidades cuyas voluntades sean precisamente la de hacer chocar esos dos cuerpos. Son dos explicaciones, una sencilla (dos cuerpos chocan porque sus trayectorias se cruzan) y otra compleja (dos cuerpos chocan porque sus trayectorias se cruzan porque así lo desea un ente cuya existencia es indemostrable y cuyos deseos son inescrutables). Cierta famosa navaja nos dice que la explicación más sencilla es probablemente la correcta. Nuestra sociedad avanzaría más rápido si nos deshiciésemos de tanta moralina y verborrea religiosa, y nos centráramos más en la ciencia y en una ética común y universal.


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